En aquellos días de sonrisas inocentes, caricias precavidas y besos bien pensados.
Las hormigas, si; me recuerdan tus palabras, esas pequeñas he inconclusas frases que solías escribir en mis cuadernos y que malintencionadamente resultaron plasmadas en mi mente.
Las hormigas, si, esas criaturas que ahora pienso fueron colocadas estratégicamente en rededor de mi casa para recordarme que con cada pisada que doy, te has ido.
Hormigas, ni ellas lograrían trazarte un camino que te traiga a mi puerta, con ese viejo poema que una vez escribiste para mi.
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