lunes, 11 de abril de 2011

Gotas de lluvia

Hoy llueve de nuevo, y mis ventanas están empañadas y las gotas bajan en una carrera, disputándose la victoria.
Decido salir a caminar un rato, por el parque aunque mi madre dice: "Te vas a enfermar, si sales con esta lluvia", pero lo que ella no sabe es que ya estoy enferma y la lluvia lo único que puede hacer es aliviar el ardor de mi tenue, solitario y roto corazón melancólico...
Camino sin rumbo alguno por las aceras del parque, bajo esta refrescante lluvia que moja mi cabello, mi ropa, mi cara, mi cuerpo y mi corazón. Pienso en lo bien que se siente esta lluvia y en lo hermosas que se ven las nubes cuando llueve y en el bálsamo refrescante en que se convierte el frío de la noche, en las canciones que hace la lluvia pero endulzar mis amargos oídos y en las gotas de lluvia que tratan de tapar mis tenues lágrimas que quieren participar en la carrera de las gotas dulces.
Decido volver lentamente a casa por el mismo camino por donde por donde vine, ese que tantos recuerdos me trae. Con cada paso que doy y con cada gota que toca mi piel me voy sintiendo un poquito mejor, como siempre la lluvia ha venido en rescate de mi solitario corazón, para consolarlo y arrullarlo entre las gotas. Aunque no quería volver a casa tenia que seguir con mi camino.
Al fin he llegado a casa, preparo una taza de chocolate caliente, voy a mi cuarto me siento en una silla cerca de la venta y me recuesto en ella, vuelvo a ver las gotas de lluvia, pero ya no con ojos de melancólicos... porque la lluvia me pone feliz, con sus esfuerzos por ahogar mi tristeza.

1 comentario:

  1. Mordiscos:
    ¿Para qué destruirme con palabras cuando se tienen tus silencios? ¿Para qué aniquilarme a puñaladas cuando se tienen tus miradas? Señálame, y ya no quedaría nada. Quieres tapar el sol con un dedo, y es que con un dedo ahogarías mi universo.
    Las flores arden en mi piel, las nubes con forma de mar, donde me llevaste esa vez a naufragar... Y es que te veía reír hasta cerrando mis ojos, acompaña mis suspiros con el latido de tu corazón, convertida en mi adicción. Eres mi mala costumbre, eres mi antídoto y mi veneno, y es que no me puedes curar... Cuando eres tú la enfermedad. Eres el consuelo de venir a este mundo, te vivo porqué ya me viví, y sólo duermo para soñarte, y las columnas de mi alma se sostienen en tus pestañas, porque el cansancio se agotó inténtandome. No entiende que no puede contra ti.
    Pero sabes cuando callar, y sí que lo sabes, pues tengo miles de respuestas que aguardan la interrogante de tus labios, de tu acento. Penétrame con tu aliento, como espada. Y es que soy el dueño de esos mundos que sueles llamar ojos, y de tus ganas de besar, de amar. Eres tu la dueña de mi piel erizada , de mis promesas guardadas. Nunca entenderás que nadie apagará esta llama, que quema, sí que quema, pero a la vez alivia cada rincón de mi ser, por tan solo una razón ser.
    Recuerda: Lo perfecto no existe, pero existes.

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